Hannah Takes the Stairs:
La no-recomendación.
Movies in Madness número 13.
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Hola amigue, cómo estás tanto tiempo? Hiciste tu balance de fin de año? Leíste las mil millones de listas de las mejores películas / discos / series de 2023? Cuántas anotaste para ver después sabiendo que no vas a ver nunca? Todavía seguís con secuelas de esas obligaciones del deber que llegan en el peor momento del año?
Traqui, yo hoy no te voy a sumar ni te voy a recomendar nada. Es más, espero mis palabras sirvan para relajarte.
A fines del año pasado vi una de las películas más aburridas y sin sentido que puedan existir. Okey, salvemos, seguro no fue TAN así. Pero era una película de mi ídola indiscutida, de mi referente principal para todas mis admiraciones cinéfilas (exagero, sí, pero seguime la corriente), de la gran e idiscutida Greta Gerwig (te hablé de ella por acá).
Encima, actuaba Mark Duplass, a quién quiero mucho desde que existe The Morning Show. En mi propio universo subjetivo la combinación no podía fallar, pero falló. Y qué agradecida estoy de que haya fallado.
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Situémonos en tiempo y espacio: era fin de año. Yo había pateado un final porque no me sentía con cuerpo y cabeza como para rendirlo. Algunas cosas en el año habían salido excelentemente bien, otras no tanto. Ganaba la derecha y de pronto el futuro parecía la salida nebulosa de una alcantarilla en una película de terror. Yo estudio filosofía en una universidad pública y mi gran aspiración es ser becaria en el CONICET para investigar sobre feminismo. Imaginate la poca posibilidad de vida que tenían mis sueños cuando vi el resultado de las elecciones.
La esperanza, la lucha. Sí. Todo lo que quieras. En ese momento no estaban habitando mi cuerpo y, además, tenía la cabeza en las miles de responsabilidades y obligaciones que se acumulan siempre a fin de año, como si el mismísimo 31 de diciembre fuera un abismo hacia la nada y ninguna cosa se pudiera hacer después.
En medio de ese derrotismo vi Hannah Takes the Stairs (MUBI).
Y acá es donde viene la parte fantástica: La película me pareció un embole. No entendí ninguna de las decisiones de guión, ni veía lógica en la trama. No me contaba nada, pero tampoco me despertaba nada, no había un efecto lynchezco de completar con las propias percepciones, sólo... sucedía.
La misma directora y guionista que en 2023 había roto todos los récords existentes con Barbie. La misma que me viene marcando el pulso de la vida desde Frances Ha, pasando por Lady Bird y Mujercitas (las más obvias), pero incluso en White Noise (mirenla, está en Netflix) o Baghead (también de los Duplass), de pronto tenía una película que no me decía nada, que no me parecía ni siquiera linda.
Y ese simple hecho me llenó el pecho de aire.
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Fracasar tiene malísima mala prensa. Parece que tuvieras que ser perfecto todo el tiempo para consagrarte. Cómo si el mismo equivocarse, cambiar, dejar algo para probar otra cosa, no fuera la clave intrínseca de cualquier búsqueda.
Incluso así funciona la ciencia, probando. No sé a vos, pero a mí de chiquita me encantaba hacer "experimentos", juntábamos con mi prima cualquier cosa que tuviéramos a mano y la mezclábamos a ver qué pasaba. Curioseábamos. Seguro vos también exploraste, te mandaste a algún lugar desconocido, metiste la mano dónde no debías. Alguna vez te habrán retado tus papás por "mandarte una cagada".
Sin embargo en algún momento cortamos el cable con esa conexión tan primaria y empezamos a creer que entre nuestro lugar actual y el éxito (sea lo que sea para cada uno el éxito) sólo hay muchísimo trabajo y nada de yerre. Ningún experimentar, equivocarse, cambiar, DUDAR.
La duda, que es tan aliada de la curiosidad y el conocimiento, de pronto se convierte en un enemigo sagaz. Si a los 18 años no sabés qué querés hacer el resto de tu vida (¡¡EL RESTO DE TU VIDA!!) y no tenés cada paso pensado con antelación y precisión, entonces ya empezaste a fracasar.
Sé que hay mucho del gran amigo capitalismo en esto. La búsqueda no es productiva, por lo tanto no está bien vista. Pero incluso muchos artistas que suelen estar en guerra con las características más acérrimas del capitalismo, quedan desolados ante un trabajo que no les gusta, que no le fue cómo esperaban, que no se entiende.
Yo siento la presión externa por hacerlo bien y por hacerlo rápido. Por tener muchos papeles firmados por personas importantes que validen lo que sé y lo que hago. Sin embargo, en los lugares que parecieran ser intersticios (como lo es, para mí, la poesía), la presión es propia. Escribo un libro y al mes de publicarlo ya no me gusta y pienso que no voy a poder decir lo que quiero decir nunca, que no tengo el talento, que con algo no nací.
Cómo si ese darme cuenta que no me gusta no fuera parte del mismo camino hacia adelante. Everything you lose is a step you take.
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Empieza un año nuevo y con él nuevas metas, nuevas resoluciones, nuevas expectativas. Y yo realmente deseo que puedas cumplir con todo lo que te hayas propuesto. Pero también deseo que te dejes sorprender. Quizá el pasillo que pensaste que no era, te lleva al paraíso soñado.
Nada está escrito en piedra, amigue. Tomalo con calma.
Te quiero mucho.