“Velma”: la polémica detrás de la nueva serie y una invitación a repensar el racismo y el sexismo internalizado.
Esta nota la escribí para La Tinta,
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La serie comienza así: Velma, culpada de un asesinato que no cometió, para quedar libre, debe encontrar al asesino. Eso la lleva a relacionarse con Norville (Shaggy), Daphne y Fred. Además, la protagonista intenta resolver el misterio de la desaparición de su madre, lo que le genera unas fuertes alucinaciones de las cuales también serán partícipes sus compañeros.
La productora ejecutiva de este proyecto y quien le da la voz al personaje principal es Mindy Kalling, a quien conocemos como “Kelly Kapoor” en The Office y quien también produjo varios capítulos de la aclamada sitcom. En la actualidad, produce y dirige distintos contenidos feministas, entre ellos, “Velma” y “La vida sexual de las universitarias”. Conocer quién es Mindy Kalling y cuál es el enfoque de esta nueva serie es primordial para comprender la controversia que generó y dónde está el foco de las críticas que recibió.
El lanzamiento de Velma en plataformas se dio de manera escalonada, con el estreno de dos capítulos por jueves, por lo que la mayoría de las críticas aparecieron bastante antes de que la serie se terminara de estrenar. Incluso, algunos videos que la critican en YouTube se basan en tan solo los primeros dos capítulos.
Pero esto no es todo, en IMDb (Internet Movie Database) obtuvo un puntaje de 1.3, situándose como una de las peores puntuadas de la historia en general y como la serie de animación con peor puntuación en particular.
Está claro que una serie puede no gustarte, pero no hay que ser ingenuos con los sistemas de críticas y puntuaciones, sobre todo, en un contexto donde la mayoría de las series de animación producidas o creadas por mujeres están siendo canceladas, incluso aunque en números les vaya bien (como fue el caso de “Tuca & Bertie” o “Inside Job”, entre otras).
Sería mucha la casualidad si justo las series animadas más irreverentes creadas por mujeres no gustan, no está tan lejos de decir que las mujeres no son premiadas en la industria porque no hay mujeres que hagan buenos trabajos o que las mujeres no son CEO en empresas porque no le dedican tanto tiempo a trabajar como a sus hijos.
A esta altura, ya conocemos que las razones detrás de las críticas son más profundas, pero no quise simplemente especular, quise también relevar qué era lo que se estaba criticando de esta serie en particular y qué era lo que generaba tanto enojo entre los espectadores que no la podían ni dejar terminar antes de escupir todo su odio en internet.
Puede que las respuestas a mi pregunta no sean muy sorprendentes.
Una de las cuestiones que más se repite (y algo que ya ha pasado con la adaptación a teatro de Harry Potter o el estreno en Netflix de Sandman) es que no gustó que los personajes hayan cambiado de etnia. Para hacer un recuento, estos personajes que eran blancos en la serie original de 1969, en Velma, se presentan de la siguiente manera: Velma es de origen indio, como su creadora; Norville (Shaggy) es afrodescendiente; Daphne es asiática y Fred se mantiene siendo un varón blanco, rico, sumamente satirizado.
Esto no solo es así con los personajes, sino que toma lo que tanto se criticó en animaciones durante el movimiento Black Lives Matter y lo respeta también con los actores y actrices que hacen las interpretaciones tanto de personajes principales como de secundarios.
Algo que escuché mucho fue “yo no soy racista, pero me parece que no era necesario”, o la clásica “se nota muy forzada la inclusión”. Incluso, sin ir más lejos, subí un video contando de qué se trataba Velma y me han llegado a responder “no sabés distinguir un contenido audiovisual de una bajada de línea política”. Qué cerquita de “la ideología de género”, ¿no?
Resulta que cuando un contenido es inclusivo, ya no solo molesta, sino que genera odio entre aquellos quienes piensan estar perdiendo algún tipo de privilegio con estas renovaciones. Porque, ¿para quiénes no es tan importante la representación? Para aquellos que estuvieron históricamente representados. ¿Por qué son ellos quienes tienen que decidir si los demás queremos, necesitamos, deseamos o no que también los contenidos nostálgicos nos hablen de manera directa? ¿Por qué no podemos repensar los dibujitos que nos gustaban de niños para que también nos nombren de grandes?
Otra cosa que se le criticó mucho fue el tipo de humor absurdo y sexualizado. Humor que, según dicen las mismas personas que lo critican, funciona bien en Rick & Morty y en South Park, pero no acá. Nuevamente, mucha casualidad que les parezca gracioso cuando lo escribe un varón con una denuncia por violencia doméstica (como es el caso del creador de Rick & Morty), pero no cuando lo escribe una mujer india. Será que el privilegio del humor border solo lo tienen los opresores y, cuando no son ellos quienes lo toman para resignificarlo, de pronto, ya no funciona.
Se ve que las mujeres, la comunidad LGBTQI+ y las personas de otras etnias distintas al europeo o yanki blanco nada más pueden atreverse a usar el humor que se les apruebe, sin nada de reírse o desacatar a la autoridad. Dios no lo permita.
No soy una necia ni pienso que porque algo tenga contenido inclusivo, lenguaje feminista y repiense los consumos históricos sea necesariamente bueno. A mí, esta serie me gustó muchísimo, pero no puedo obligarte a que a vos también. La propuesta es: tengamos mirada critica con las votaciones, con los rankings, con los medidores de “la buena moral” para pensar qué se critica cuando algo se critica y por qué algunos tipos de humor o de irreverencia están exclusivamente permitidos para los varones blancos.
Y, también, te invito a que pensemos los reboots o spin-offs no solo como un contenido donde revisar qué causa gracia hoy en día o qué atrae al público en las nuevas plataformas, sino, también, qué se está eligiendo representar y cómo, y qué realidades se eligen silenciar cuando los contenidos no se adaptan a sus coyunturas.
Porque algo puede gustarte o no gustarte, y en eso estamos todos de acuerdo, pero cuando hay tanto odio detrás de una producción audiovisual, es probable que los intereses sean más profundos que tan solo una discusión de estilos.