Laurence Anyways: Todos los demás colores entre el blanco y el negro.
Movies in Madness número 9.
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¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te trataron estas semanas de calor, frío, calor?
Yo estuve a full diagramando junto a Halley Ediciones todos los detallitos del libro que SALE ESTE MIÉRCOLES !!! y viene con algunos pequeños obsequios de parte de la editorial.
Igual no te voy a contar mucho hoy, pero te voy a pedir una licencia: ¿Te molesta si el jueves que viene hacemos una edición especial de Movies In Madness dedicada exclusivamente al libro? Ahí sí te voy a contar un poquito mejor de qué se trata, por qué es tan importante para mí, todo el trabajo que llevó detrás y otro par de curiosidades.
Pero ahora, a lo que nos compete: Películas.
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No me voy a ir tanto del tema porque hay algo de "crecer, cambiar, resignificar" presente en ambos tópicos. Y es que "Laurence, Anyways", la película de 2012 de Xavier Dolan, enterró la cuchara en una parte de mi corazón que siempre siembra contradicciones.
No les voy a contar mucho de la trama porque saben que mi forma preferida de abordar un contenido audiovisual es sabiendo lo menos posible. No me gusta diagramar ni preparar a mi cerebro para que reciba información de manera direccionada. Prefiero la sorpresa y el abandono, dentro de lo posible, del juicio.
Así que no habrá spoilers, pero, si prefieren ver la película y leer después el desarrollo que haré en cuanto a su esencia, también están invitados a invertir el orden. Estos newsletters son recomendaciones de cine y series, pero principalmente son invitaciones a repensarnos, en soledad, en comunidad, en sociedad. De adentro para afuera y de afuera para adentro. Con la excusa de compartir algún contenido audiovisual que acompañe en el recorrido.
Empecé a escribir este newsletter hace unos días, cuando vi la película, sin embargo ayer vimos con Pablo un capítulo de Six Feet Under (HBO Max) donde mencionaron algo que me parece útil para introducir el tema (si, sigo introduciendo, qué largo hoy Maca Nutty).
"Como te relacionás con una persona es como te relacionás con una parte de vos mismo."
Ahora sí, bienvenido a la novena edición de Movies In Madness.
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¿Qué pasa cuando el cambio en quién amamos es tan radical que ese ser ya se nos hace extraño? ¿Qué pasa cuando a pesar del amor no se puede sostener el vínculo?
Los nuevos feminismos nos han invitado a revisar nuestros conceptos de la familia y el amor romántico para que sean espacios liberadores y no prisiones invisibles. Pero la amistad se queda siempre en ese limbo intermedio entre el mensaje de soportarlo todo y el mensaje new age de alejarte de la toxicidad. Dos premisas igual de peligrosas.
El otro día veía un capítulo de Austin & Ally (una serie de Disney Channel, no me juzguen) donde los personajes dejaban de lado sus carreras y ambiciones tan solo porque a unos amigos no les pintaba esa y el mensaje era dejar todo por la amistad, a todo costo, a cualquier precio. Sin repensarlo, sin debatirlo, sin encontrar términos intermedios. Si tu amigo mañana se convierte en asesino serial vos vas a comprar una pala y le ayudas a enterrar los cuerpos ¿Ok?
Por otro lado, en los últimos años se ha repetido incansablemente que si alguien respira de una manera que no te gusta o... "es de géminis" tenés que alejarte de ahí sin preámbulos ni explicaciones, solo en pos de tu propio beneficio y autocomplacencia personal. Nada distinto a lo que uno desea puede tener el más mínimo lugar. Una nueva moda que pone al individualismo en un pedestal y se vende bajo una etiqueta liberadora.
¿Es que acaso no podemos construir sobre los puntos medios?
Laurence Anyways es una oda a soportar el cambio por amor, a intentarlo todo, a buscar nuevas herramientas para poder habitarnos en el nuevo otro. Y la traigo y la uso para pensar esto porque no quiero que supongan que estoy del lado de los "anti-toxi" (¡jamás!), y porque escapo corriendo desenfrenada de esa frase acartonada que dicta "El amor no duele". Sin embargo, ¿Qué sucede cuando el otro elige, necesita o simplemente quiere ser alguien que ya no tiene forma de hacernos bien?
En la película empieza a gestarse una desesperación por sostener vínculos que ya no dan fruto ni para un lado ni para el otro. Los ves desgastarse, ir perdiendo su entidad intentando ser lo que otro necesita para no perder, para permanecer en lo inmutable (como si se pudiera).
Entender las relaciones como una reciprocidad es entender que a veces vamos a ser quién sostiene y a veces el sostenido. Pero, también, entender las relaciones como una reciprocidad es depositarlas en esa frase tan conocida de Cortázar cuando pronuncia que un puente no se sostiene de un solo lado.
Y a veces, también, y mucho más importante, alejarnos es dar la posibilidad de una mejora para ambas partes. Porque en ese trajín, en ese sostener con manos cansadas y desesperadas un barco que sueña con hundirse, tampoco nosotros le hacemos bien al otro. Arañamos, herimos, lastimamos. Porque ya no entendemos, porque ya no encontramos el oxígeno en el mismo lugar.
Y aunque la película trata sobre un amor romántico, no quiero dejar de hacer hincapié en esto de las amistades. Porque a esta altura nadie (o por lo menos seguro ninguna de las personas que leen este newsletter) te pediría que te quedes al lado de quién te es infiel, de quién te maltrata, de quién te menosprecia, de quién no entiende ni quiere escuchar tus necesidades, de quién no te aporta nada positivo y solo está socavando tus deseos para tirarlos por tierra.
Pero, por alguna razón, si la persona que hace eso es un amigo, te van a decir que soportes, que la amistad es bancarse todo, así se pierda cualquier símbolo de humanidad. Y cuando ya estés en el piso, intentando soportar el último zapatazo, vas a escupir y vomitarlo todo sobre el otro. Nadie sale ganando.
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Como decía, me gustó muchísimo esta película porque es un continuo volver a intentar, buscar maneras, no descansar, hacer un esfuerzo imposible por poder ser para el otro incluso aunque sea un otro-otro. Poner el amor por sobre todas las cosas, por sobre todos los cambios.
Pero también es un gesto a que saber amar es entender cuando no da más, cuando el vínculo es tan solo un resquicio de nostalgia de un pasado que no existe, que nos hace lastimar al otro en una búsqueda desesperada por volver a hacerlo presente.
La película va a algo tan puntual y categórico que es imposible de conciliar. Los matices y los grises en la vida no suelen estar tan claros. No hay un momento quiebre dónde podamos decir que una relación no da para más, y solemos darnos cuenta tantísimo tiempo después.
Dice Zabo en uno de sus newsletters: "Hace mucho que ya no me entendés y, si lo hubiera aceptado frente a las primeras señales, quizás ahora no estaría haciendo malabares con mis emociones."
Mi intención es que nos sirva esta contradicción constante, esta reptura del binarismo, para pensar que a veces la imposibilidad de conciliar excede a las buenas intenciones. Que tomarse un recreo en un vínculo no significa el fin del amor. Que a veces necesitamos transitar algunas cosas solos, o con algunas personas en específico, y no podemos hacerle bien a todos quienes nos rodean. Hay un dicho que dice que quién mucho abarca, poco aprieta. Y yo quiero decir que quien hace un esfuerzo sobrehumano por sostener lejos del cambio todo lo fluctuante que trae los vínculos, acaba por lastimar a alguien.
Nos hablamos el jueves que viene, si ambos seguimos habitando este vínculo precioso, fluctuante y libre.